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sábado, 11 de octubre de 2008

El turismo amenaza la Antártica


Enviado por Fabiola el Vie, 10/10/2008 - 20:38








La imagen de "intocada" de la Antártica, sus increíbles paisajes y su vulnerable ecosistema, ha atraído a mucha gente a sus latitudes... pero un grupo de investigadores holandeses ha denunciado que la explotación turística del "continente blanco" está teniendo efectos que temen irreversibles en su ecosistema, y proponen una solución.
El turismo en la Antártica ha crecido a un ritmo acelerado durante los últimos 15 años. Los visitantes pueden hacer paracaidismo, esquiar, hacer kayak, montar motonieves o sobrevolar el continente en helicóptero. De acuerdo a la Coalición de la Antártica y el Océano Sur (ASOC, por sus siglas en inglés), 4.698 turistas visitaron la Antártica entre 1990-1991, y después del éxito internacional del documental "La Marcha de los Pingüinos", la cifra se ha disparado cerca de los 40.000 visitantes durante la presente temporada.ASOC, que representa a 200 organizaciones conservacionistas en 40 países, cree que el aumento del turismo puede tener serias implicancias para la crianza y la alimentación de los pingüinos y de otras aves continentales.

El gran problema es que el turismo ya llegó a la Antártica, y que ésta no es un estado soberano, por lo que la legislación es dificultosa. Para Jim Barnes, director ejecutivo de ASOC, "El turismo comercial requiere de regulaciones y controles, como en todas partes". "Casi nada puede mantenerse al margen de los operadores comerciales. La visita masiva de turistas invade desde sitios históricos a enclaves naturales. Muchos operadores conducen helicópteros en áreas prístinas, y no podemos tener certeza de los efectos que causan estos vuelos en las colonias de aves."






Las visitas a la Antártica están coordinadas por la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártica (IAATO), que tiene un código de conducta auto-regulatorio. Dichas reglas limitan el número de pasajeros que pueden desembarcar en las nieves, a 100 personas, y los turistas no pueden acercarse a más de 4.5 metros de las aves.Pero algunos turistas denuncian que las reglas no son tomadas en cuenta por los visitantes. Las personas aplauden, gritan o espantan a las colonias de pingüinos y otros animales en busca de la mejor foto. Eso, evidentemente, agrega un elemento amenazante y de stress para la fauna local.
ASOC denuncia que muchas agencias turísticas permiten el desembarco de más de 100 personas. Y cree que los protocolos de IAATO deberían ser legalmente vinculantes, es decir, que se conviertan en órdenes legales. Cerca de un 5% de los operadores turísticos de la Antártica, peor, han rechazado unirse a la IAATO, pues el operador penaliza con tasas más altas a las agencias que llevan barcos muy grandes, que indudablemente contaminan más.
Frente a esta situación, un grupo de investigadores y científicos de la Universidad de Maastricht proponen una posible solución: la venta de "derechos de visita", estrategia similar a la usada en la política climática en relación a los derechos de emisión de CO2.
Las visitas se restringirían a cierta cantidad de días por cada estación, y con el dinero recaudado por los derechos que paguen los visitantes, se podría hacer monitoreo y seguimiento de la fauna, reforzando lo existente hasta ahora. Luego de unos años, los derechos de visita se subastarían al precio más alto, lo que aseguraría que "el espacio disponible sea usado por las formas de turismo más provechosas". (Ver artículo en web de ASOC)Según los científicos, esto permitiría conseguir tres objetivos importantes: la escala de turistas, y sus efectos, se vería limitado; se conseguiría financiamiento para las operaciones de conservación del continente, y se mantendría un flujo turístico saludable en el área.

Fuentes: Antartic and Southern Ocen Coalition, Telegraph. Fuente imágenes: Nick Russill, Bazzat2003, Povl.

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